Lunes, Propio 15

Oración Matutina Diaria

Este es el día en que actuó el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él. Salmo 118:24

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 106:1-18
¡Aleluya!
Den gracias al Señor, porque es bueno, *
porque para siempre es su misericordia.
¿Quién puede declarar las poderosas obras del Señor? *
¿Quién puede contar sus alabanzas?
Dichosos los que respetan el derecho, *
y actúan siempre con justicia.
Acuérdate de mí, oh Señor,
con el favor que muestras para tu pueblo; *
visítame con tu salvación;
Para que yo vea la prosperidad de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo, *
y me gloríe con tu heredad.
Hemos pecado como nuestros antepasados; *
hemos hecho lo malo y cometimos iniquidades.
En Egipto no percibieron tus maravillas,
ni se acordaron de tu abundante misericordia; *
se rebelaron contra el Altísimo junto al Mar Rojo;
Pero él los salvó por amor de su Nombre, *
para manifestar su poder.
Reprendió al Mar Rojo y lo secó; *
los condujo por el abismo como por un desierto.
Los salvó de mano del enemigo, *
y los rescató de mano del adversario.
Cubrieron las aguas a sus opresores; *
no quedó ni uno de ellos.
Entonces creyeron sus palabras, *
y cantaron sus alabanzas.
Bien pronto olvidaron sus obras, *
y no aguardaron su consejo.
Ardían de avidez en el desierto, *
y tentaron a Dios en el yermo.
El les dio lo que pidieron, *
pero les envió flaqueza de alma.
Envidiaron a Moisés en el campamento, *
y a Aarón, el consagrado del Señor.
Se abrió la tierra y se tragó a Datán, *
y cubrió a la pandilla de Abiram.
Un fuego abrasó a su banda, *
una llama consumió a los malvados.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

2 Samuel 17:24 - 18:8
Mientras Absalón atravesaba el Jordán con todos los israelitas, David ya había llegado a Majanayim. Absalón había nombrado jefe del ejército a Amasa en vez de Joab (Amasa era hijo de Yitra el ismaelita, quien se había unido a Abigaíl, hija de Jesé, y hermana de Seruya, la madre de Joab). Israel y Absalón instalaron su campamento en el territorio de Galaad. Cuando David llegó a Majanayim, Sobi, hijo de Najaz de Rabbá de los amonitas, Matri, hijo de Ammiel de Lo-Debar, y Barcilay de Roglim de Galaad, le llevaron colchonetas, frazadas, copas y vajilla. También le llevaron trigo y cebada, harina, trigo tostado, habas y lentejas, miel y leche cuajada, quesos de oveja y de vaca, para que se alimentaran David y el pueblo que lo acompañaba. Pues se habían dicho: «Después de la caminata por el desierto, este pueblo debe estar fatigado, con hambre y con sed». David pasó revista a los hombres que estaban con él y puso al frente de ellos a jefes de mil y de cien. Luego David dividió al ejército en tres: un tercio se lo pasó a Joab, otro a Abisaí, hijo de Seruya y hermano de Joab, y el último a Itaí de Gat. El rey dijo a la tropa: «Yo también iré con ustedes». Pero la tropa respondió: «No, es mejor que no vengas, porque si damos vuelta la espalda, nadie se fijará en eso. Si muere la mitad de nosotros, nadie reparará en ello, pero tú, tú eres como diez mil de nosotros. Es mejor que te quedes en la ciudad para que así puedas ayudarnos». El rey les dijo: «Haré lo que a ustedes mejor les parezca». Se quedó pues en la puerta de la ciudad y salió toda la tropa en destacamentos de a cien y de a mil. El rey dio esta orden a Joab, Abisaí y a Itaí: «Por respeto a mí traten bien al joven Absalón». Todo el ejército oyó la orden que había dado el rey a los jefes con respecto a Absalón. El ejército de David salió al encuentro de Israel y la batalla tuvo lugar en los bosques de Efraín. Fue una gran derrota para el ejército de Israel, la gente de David los aplastaron y perdieron veinte mil hombres. La batalla prosiguió luego por todo el sector y ese día perecieron más hombres en las barrancas del bosque que en el combate..

Primer Cántico de Isaías Ecce, Deus
Isaías 12:2-6

He aquí es Dios quien me salva; *
confiaré en él y no temeré.
Mi fortaleza y mi refugio es el Señor; *
él se hizo mi Salvador.
Sacarán ustedes aguas con júbilo *
de las fuentes de salvación.
Aquel día dirán: *
Den gracias al Señor e invoquen su Nombre.
Cuenten a los pueblos sus hazañas; *
pregonen que su Nombre es excelso.
Canten alabanzas al Señor, porque ha hecho cosas sublimes, *
y esto es conocido por toda la tierra.
Vitoreen, habitantes de Sión, con gritos de júbilo, *
porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Hechos 22:30 - 23:11
Al día siguiente hizo soltar a Pablo. Quería conocer con certeza cuáles eran los cargos que los ju díos tenían contra él, y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo que llaman Sanedrín. Después hizo bajar a Pablo para que compareciera ante ellos. Pablo miró fijamente al Sanedrín y les dijo: «Hermanos, hasta el día de hoy he actuado rectamente ante Dios.» A este punto el sumo sacerdote Ananías ordenó a sus asistentes que le golpearan en la boca. Pablo entonces le dijo: «Dios te golpeará a ti, pared blanqueada. Estás ahí sentado para juzgarme según la Ley, y tú violas la Ley ordenando que me golpeen.» Los que estaban a su lado le dijeron: «Estás insultando al sumo sacerdote de Dios.» Pablo contestó: «Hermanos, yo no sabía que fuera el sumo sacerdote, pues está escrito: No insultarás al jefe de tu pueblo.» Pablo sabía que una parte de ellos eran saduceos y la otra fari seos. Así que declaró en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo e hijo de fariseos. Y ahora me están juzgando a causa de nuestra esperanza, a causa de la resurrección de los muertos.» Apenas hizo esta declaración, se originó una gran discusión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritu, mientras que los fariseos admiten todo eso. Se armó, pues, un enorme griterío. Algunos maestros de la Ley que eran del partido de los fariseos se pusieron en pie, afirmando: «Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. Tal vez le haya hablado un espíritu o un ángel.» La discusión se hizo tan violenta que el capitán tuvo miedo de que despedazaran a Pablo. Ordenó, entonces, que vinieran los soldados, sacaran a Pablo de allí y lo llevaran de nuevo a la fortaleza. Aquella misma noche el Señor se acercó a Pablo y le dijo: «¡Animo! Así como has dado testimonio de mí aquí en Jerusalén, tendrás que darlo también en Roma.»


Cántico de los Redimidos Magna et mirabilia
Apocalipsis 15:3-4

Grandes y asombrosas son tus obras, *
Señor Dios, Rey del universo;
Justos y fidedignos tus caminos, *
oh Rey de los siglos.
¿Quién no te acatará y bendecirá tu Nombre? *
Tú sólo eres el Santo.
Todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, *
Pues tus hechos justos se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
Señor, muéstranos tu misericordia;
Y concédenos tu salvación.
Reviste a tus ministros de justicia;
Que cante tu pueblo de júbilo.
Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
Porque sólo en ti vivimos seguros.
Protege, Señor, a esta nación;
Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
Que se conozcan en la tierra tus caminos;
Y entre los pueblos tu salvación.
Señor, que no se olvide a los necesitados;
Ni se arranque la esperanza a los pobres.
Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Dios omnipotente, por nosotros entregaste a tu Hijo único como sacrificio por los pecados y como ejemplo de vida piadosa: Danos gracia para recibir con gratitud los frutos de su obra redentora, y seguir de día en día las huellas benditas de su santísima vida; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, que has hecho de una sola sangre a todos los pueblos de la tierra, y enviaste a tu bendito Hijo a predicar la paz, tanto a los que están lejos como a los que están cerca: Concede que la gente en todo lugar te busque y te encuentre; trae a las naciones a tu redil; derrama tu Espíritu sobre toda carne; y apresura la venida de tu reino; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.