¡Aleluya! Cristo ha resucitado
  ¡Es verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya!
  
  Confesión de Pecado
  Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por  pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos  dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a  nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos  arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y  perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus  caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.
  
  Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros  pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y  por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.
  
  Oh Dios, dígnate librarnos.
  Señor, apresúrate a socorrernos.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el  principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.  ¡Aleluya!
  
  Luz Alegrante   Phos hilaron
  Luz alegrante,
  claridad pura del sempiterno Padre celestial,
  Jesucristo, santo y bendito:
  
  Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
  y nuestros ojos miran la luz vespertina,
  te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
  Hijo y Espíritu Santo.
  
  Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
  con voces gozosas,
  oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
  por tanto te glorifica el universo entero.
  
  Salmo 113
  ¡Aleluya!
  Alaben las obras del Señor; *
  alaben el Nombre del Señor
  Sea bendito el Nombre del Señor, *
  desde ahora y para siempre.
  Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, *
  sea alabado el Nombre del Señor.
  Excelso sobre todas las naciones es el Señor, *
  sobre los cielos su gloria.
  ¿Quién como el Señor nuestro Dios,
  que se sienta entronizado en las alturas, *
  mas se humilla a mirar a los cielos y a la tierra?
  El levanta del polvo al desvalido, *
  y al menesteroso alza del muladar,
  Para sentarlos con los príncipes, *
  con los príncipes de su pueblo.
  El hace que la mujer estéril *
  sea madre gozosa de hijos.
  
  Salmo 114
  ¡Aleluya!
  Cuando salió Israel de Egipto, *
  la casa de Jacob de entre un pueblo de idioma ajeno,
  Judá vino a ser el santuario de Dios, *
  e Israel su dominio.
  El mar lo vio, y huyó: *
  el Jordán se volvió atrás.
  Los montes saltaron como carneros, *
  y como corderos las colinas.
  ¿Qué te afligió, oh mar, que huiste, *
  y a ti, oh Jordán, que te volviste atrás?
  Oh montes, ¿por qué saltaron como carneros, *
  y como corderos, oh colinas?
  Tiembla, oh tierra, a la presencia de mi Soberano, *
  a la presencia del Dios de Jacob,
  Quien cambió la peña en estanque de aguas, *
  y el pedernal en manantiales.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Isaías 51:9-11
  Despierta, despierta, brazo del Señor, 
  ármate de fuerza; 
  despierta como lo hiciste en el pasado, 
  en tiempos muy lejanos. 
  Tú despedazaste a Rahab, el monstruo marino; 
  secaste el mar, 
  el agua del profundo abismo, 
  y convertiste el fondo del mar en camino 
  para que pasaran los libertados. 
  Así también regresarán los rescatados por el Señor, 
  y entrarán en Sión dando gritos de alegría; 
  sus rostros estarán siempre alegres; 
  encontrarán felicidad y dicha, 
  y el dolor y el llanto desaparecerán.
  
  Cántico de María   Magnificat
  San Lucas 1:46-55
  
  Proclama mi alma la grandeza del Señor,
  se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *
  porque ha mirado la humillación de su esclava.
  Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *
  porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
  su Nombre es santo.
  Su misericordia llega a sus fieles, *
  de generación en generación.
  El hace proezas con su brazo; *
  dispersa a los soberbios de corazón.
  Derriba del trono a los poderosos, *
  y enaltece a los humildes.
  A los hambrientos los colma de bienes, *
  y a los ricos despide vacíos.
  Auxilia a Israel, su siervo, *
  acordándose de la misericordia,
  Como lo había prometido a nuestros padres, *
  en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  San Lucas 24:13-35
  Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado  Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todo lo que  había pasado. Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y  comenzó a caminar con ellos. Pero aunque lo veían, algo les impedía  darse cuenta de quién era. Jesús les preguntó: “¿De qué van hablando  ustedes por el camino?” Se detuvieron tristes, y uno de ellos, que se  llamaba Cleofás, contestó: “¿Eres tú el único que ha estado alojado en  Jerusalén y que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?” Él les  preguntó: “¿Qué ha pasado?” Le dijeron: “Lo de Jesús de Nazaret, que era  un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo  el pueblo; y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo  entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros  teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar a la  nación de Israel. Pero ya hace tres días que pasó todo eso. Aunque  algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues  fueron de madrugada al sepulcro, y como no encontraron el cuerpo,  volvieron a casa. Y cuentan que unos ángeles se les han aparecido y les  han dicho que Jesús vive. Algunos de nuestros compañeros fueron después  al sepulcro y lo encontraron tal como las mujeres habían dicho, pero a  Jesús no lo vieron. Entonces Jesús les dijo: “¡Qué faltos de comprensión  son ustedes y qué lentos para creer todo lo que dijeron los profetas!  ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser  glorificado?” Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las  Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y  siguiendo por todos los libros de los profetas. Al llegar al pueblo  adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba a seguir adelante. Pero  ellos lo obligaron a quedarse, diciendo: “Quédate con nosotros, porque  ya es tarde. Se está haciendo de noche.” Jesús entró, pues, para  quedarse con ellos. Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus  manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En  ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él  desapareció. Y se dijeron el uno al otro: “¿No es verdad que el corazón  nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos  explicaba las Escrituras?” Sin esperar más, se pusieron en camino y  volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y  a sus compañeros, que les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor, y  se le ha aparecido a Simón.” Entonces ellos dos les contaron lo que les  había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús cuando partió el  pan.
  
  Cántico de Simeón    Nunc dimittis
  San Lucas 2:29-32
  
  Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
  conforme a tu palabra, en paz.
  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
  a quien has presentado ante todos los pueblos:
  Luz para alumbrar a las naciones, *
  y gloria de tu pueblo Israel.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Credo de los Apóstoles
  Creo en Dios Padre todopoderoso,
  creador del cielo y de la tierra.
  Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
  Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
  y nació de la Virgen María.
  Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
  Fue crucificado, muerto y sepultado.
  Descendió a los infiernos.
  Al tercer día resucitó de entre los muertos.
  Subió a los cielos,
  y está sentado a la diestra de Dios Padre.
  Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
  Creo en el Espíritu Santo,
  la santa Iglesia católica,
  la comunión de los santos,
  el perdón de los pecados,
  la resurrección de los muertos,
  y la vida eterna. Amén.
  
  Plegarias
  
  Padre nuestro que estás en el cielo,
  santificado sea tu Nombre,
  venga tu reino,
  hágase tu voluntad,
  en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día.
  Perdona nuestras ofensas,
  como también nosotros perdonamos
  a los que nos ofenden.
  No nos dejes caer en tentación
  y líbranos del mal.
  Porque tuyo es el reino,
  tuyo es el poder,
  y tuya es la gloria,
  ahora y por siempre. Amén.
  
  Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
  Te rogamos, Señor.
  Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
  Te rogamos, Señor.
  Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
  Te rogamos, Señor.
  Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
  Te rogamos, Señor.
  Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
  Te rogamos, Señor.
  Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos,  encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
  Te rogamos, Señor.
  
  Señor Dios, cuyo Hijo nuestro Salvador Jesucristo triunfó sobre los  poderes de la muerte, y nos preparó un lugar en la nueva Jerusalén:  Concede que nosotros, los que hoy te hemos dado gracias por su  resurrección, te alabemos en esa Ciudad en donde él es la luz, y donde  vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Dios omnipotente y eterno, en tu tierno amor hacia el género humano,  enviaste a tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo para asumir nuestra  naturaleza, y padecer muerte en la cruz, mostrándonos ejemplo de su gran  humildad: Concédenos, en tu misericordia, que caminemos por el sendero  de su padecimiento y participemos también en su resurrección; por  Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo,  un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la  fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos  gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te  suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos  en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó  por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.
  
  Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha  pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros  corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te  revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por  amor de tu Nombre. Amén.
  
  Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta  noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los  enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los  moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos,  escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.
  
  Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.
  
  Acción de Gracias en General
  Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos  tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a  nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra  creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre  todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro  Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y  te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que,  con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no  sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos  a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia,  todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien,  contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de  los siglos. Amén.
  
  Bendigamos al Señor.
  Demos gracias a Dios.
  
  Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas  las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a  él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los  siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21
  
  Oficio de Completas
  
  El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.
  
  Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
  Que hizo el cielo y la tierra.
  
  Confesión
  Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
  Hemos pecado contra ti,
  por nuestra propia culpa,
  por pensamiento, palabra y obra,
  y por lo que hemos dejado de hacer.
  Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
  perdona nuestras ofensas
  y concédenos que te sirvamos
  en novedad de vida,
  para gloria de tu Nombre. Amén
  
  Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.
  
  Oh Dios, dígnate librarnos.
  Señor, apresúrate a socorrernos.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el  principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.  ¡Aleluya!
  
  Salmo 31  In te, Domine, speravi
  En ti, oh Señor, he esperado; *
  no sea yo avergonzado jamás;
  líbrame en tu justicia.
  Inclina a mí tu oído; *
  apresúrate a librarme.
  Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme;
  porque tú eres mi risco y mi castillo; *
  por tu Nombre me guiarás y me encaminarás.
  Me sacarás de la red que han escondido para mí, *
  pues tú eres mi refugio.
  En tu mano encomiendo mi espíritu; *
  tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
  
  Salmo 134   Ecce nunc
  Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
  los que de noche están de pie en la casa del Señor.
  Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
  El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré  descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso  y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi  yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30
  Demos gracias a Dios.
  
  Puede cantarse un himno adecuado para la noche.
  
  En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
  Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
  Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
  Escóndenos bajo la sombra de tus alas.
  
  Señor, ten piedad.
  Cristo, ten piedad.
  Señor, ten piedad.
  
  Padre nuestro que estás en el cielo,
  santificado sea tu Nombre,
  venga tu reino,
  hágase tu voluntad,
  en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día.
  Perdona nuestras ofensas,
  como también nosotros perdonamos
  a los que nos ofenden.
  No nos dejes caer en tentación
  y líbranos del mal.
  
  Señor, escucha nuestra oración.
  Y llegue a ti nuestro clamor.
  
  Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del  enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en  paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo  nuestro Señor. Amén.
  
  Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y  aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan  mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida  común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
  nuestro Señor. Amén.
  
  Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.
  
  Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.
  
  Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
  conforme a tu palabra, en paz.
  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
  a quien has presentado ante todos los pueblos:
  Luz para alumbrar a las naciones, *
  y gloria de tu pueblo Israel.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.
  
  Bendigamos al Señor.
  Demos gracias a Dios.
  
  Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.