Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15:57
  
  Invitatorio y Salterio
  
  Señor, abre nuestros labios.
  Y nuestra boca proclamará tu alabanza.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el  principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.  ¡Aleluya!
  
  La tierra es del Señor, pues él la hizo: vengan y adorémosle.
  
  Jubilate Salmo 100
  Regocíjense en el Señor, pueblos todos; *
  sirvan al Señor con alegría;
  vengan ante su presencia con cánticos.
  Sepan que el Señor es Dios; *
  él nos hizo y somos suyos,
  su pueblo y ovejas de su rebaño.
  Entren por sus puertas con acción de gracias,
  en sus atrios con alabanza; *
  denle gracias, y bendigan su Nombre;
  Porque el Señor es bueno;
  para siempre es su misericordia; *
  su fidelidad perdura de generación en generación.
  
  Salmo 93
  El Señor es Rey; se ha vestido de esplendor; *
  el Señor se ha vestido y ceñido de poder.
  De tal manera afirmó el orbe, *
  que no se le puede mover.
  Firme es tu trono desde siempre; *
  tú eres eternamente.
  Alzaron las aguas, oh Señor, las aguas alzaron su voz; *
  alzaron sus ondas aplastantes.
  Más potente que la voz de muchas aguas,
  más potente que los rompientes del mar, *
  más potente es el Señor en las alturas.
  Tus testimonios son muy firmes; *
  la santidad es el adorno de tu casa, oh Señor, por los siglos y para siempre.
  
  Salmo 96
  Canten al Señor cántico nuevo;*
  canten al Señor, toda la tierra.
  Canten al Señor, bendigan su Nombre; *
  proclamen de día en día su victoria.
  Pregonen entre las naciones su gloria, *
  en todos los pueblos sus maravillas;
  Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza; *
  más temible es que todos los dioses;
  Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; *
  pero es el Señor que ha hecho los cielos.
  ¡Oh, la majestad y la magnificencia de su presencia! *
  ¡Oh, la fuerza y el esplendor de su santuario!
  Rindan al Señor, oh familias de los pueblos, *
  rindan al Señor la honra y el poder.
  Rindan al Señor la gloria debida a su Nombre; *
  traigan ofrendas, y entren en sus atrios.
  Adoren al Señor en la hermosura de la santidad; *
  tiemble delante de él toda la tierra.
  Pregonen entre las naciones: "El Señor es Rey; *
  de tal manera ha afirmado el orbe que no será conmovido;
  juzgará a los pueblos con equidad".
  Alégrense los cielos, y gócese la tierra;
  truene la mar y su plenitud; *
  regocíjese el campo, y todo lo que en él está.
  Entonces aclamarán con júbilo todos los árboles del bosque,
  delante del Señor cuando llegue, *
  cuando llegue a juzgar la tierra.
  Juzgará al mundo con justicia, *
  y a los pueblos con SU verdad.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Las Lecciones
  
  Esdras 10:1-17
  Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y de rodillas ante  el templo de Dios, un grupo numeroso de israelitas, hombres, mujeres y  niños, que lloraban también amargamente, se juntó a su alrededor.  Entonces Secanías, hijo de Jehiel y descendiente de Elam, tomó la  palabra y dijo a Esdras: "Nosotros no hemos sido fieles a nuestro Dios,  porque nos hemos casado con mujeres extranjeras, de naciones paganas;  sin embargo, todavía hay esperanza para Israel. Vamos a comprometernos a  despedir a todas nuestras mujeres extranjeras y a sus hijos, y que se  cumpla la ley, tal como tú y quienes respetan el mandamiento del Señor  nos aconsejan. Levántate, porque esto es algo que a ti te toca hacer;  nosotros te apoyaremos. Anímate, y manos a la obra." Entonces Esdras se  puso de pie, e hizo prometer solemnemente a los jefes de los sacerdotes y  de los levitas, y a todos los israelitas, que cumplirían su compromiso;  y ellos lo prometieron. Luego Esdras se retiró del templo de Dios para  ir al cuarto de Johanán, hijo de Eliasib, donde pasó la noche sin comer  ni beber nada, porque estaba muy triste por la infidelidad de los que  habían vuelto del destierro.  Después se hizo un llamado general en Judá  y en Jerusalén, para que se reunieran en Jerusalén todos los que habían  regresado del destierro. A todo aquel que no llegara en el plazo de  tres días, según lo determinaron los jefes y consejeros, se le  expropiarían sus propiedades y se le expulsaría de la comunidad de los  que volvieron del destierro. Por lo tanto, todos los hombres de Judá y  de Benjamín se reunieron en Jerusalén el día veinte del mes noveno, es  decir, en el término de tres días. Todos ellos se sentaron en la plaza  del templo de Dios, temblando por causa de aquel asunto y de la lluvia  que caía. Entonces el sacerdote Esdras se puso de pie y les dijo:  "Ustedes han pecado al casarse con mujeres extranjeras, aumentando así  la culpa de Israel. Por tanto, aquí, ante el Señor y Dios de sus padres,  reconozcan ustedes que son culpables y cumplan la voluntad del Señor.  Apártense de la gente pagana y de esas mujeres extranjeras." Y toda la  gente respondió en alta voz: "Sí, haremos lo que tú nos ordenes. Pero  somos muchos y no deja de llover; además, no podemos quedarnos en la  calle, ya que este asunto no es cosa de un día ni dos, pues somos muchos  los que hemos cometido este pecado. Será mejor que se queden aquí  nuestros jefes en representación nuestra, y que todos los que vivan en  nuestras ciudades y se hayan casado con mujeres extranjeras vengan en  una fecha indicada, acompañados por las autoridades y jueces de su  ciudad, hasta que la ardiente ira de nuestro Dios por este asunto se  aparte de nosotros."  Todos los que regresaron del destierro estuvieron  de acuerdo en hacerlo así, con la excepción de Jonatán, hijo de Asael, y  de Jahazías, hijo de Ticvá, a quienes apoyaron Mesulam y Sabtai el  levita. Entonces el sacerdote Esdras escogió y nombró personalmente  algunos hombres, que eran jefes de sus respectivas familias, y el día  primero del mes décimo todos los nombrados formaron el tribunal para  estudiar cada caso. Y el día primero del mes primero terminaron con  todos los casos de hombres que se habían casado con mujeres extranjeras.
  
  Cántico de Zacarías    Benedictus Dominus Deus
  San Lucas 1:68-79
  
  Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
  porque ha visitado y redimido a su pueblo,
  Suscitándonos un poderoso Salvador *
  en la casa de David su siervo,
  Según lo había predicho desde antiguo *
  por boca de sus santos profetas.
  Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,
  y de la mano de todos los que nos odian,
  Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
  recordando su santa alianza
  y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;
  Para concedernos que, libres de temor,
  arrancados de la mano de los enemigos, *
  le sirvamos con santidad y justicia
  en su presencia, todos nuestros días.
  Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *
  porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *
  Anunciando a su pueblo la salvación, *
  el perdón de sus pecados.
  Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
  nos visitará el sol que nace de lo alto,
  Para iluminar a los que viven en tinieblas y
  en sombra de muerte, *
  para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Hechos 24:10-21
  El gobernador le hizo entonces a Pablo señas de que hablara, y Pablo  dijo: "Con mucho gusto presento mi defensa ante usted, porque sé que  usted es juez de esta nación desde hace muchos años. Como usted mismo  puede averiguar, hace apenas doce días que llegué a Jerusalén, a adorar a  Dios. Y no me encontraron discutiendo con nadie, ni alborotando a la  gente en el templo, ni en las sinagogas, ni en otras partes de la  ciudad. Estas personas no pueden probar ninguna de las cosas de que me  acusan. Pero lo que sí confieso es que sirvo al Dios de mis padres de  acuerdo con el Nuevo Camino que ellos llaman una secta, porque creo todo  lo que está escrito en los libros de la ley y de los profetas. Y tengo,  lo mismo que ellos, la esperanza en Dios de que los muertos han de  resucitar, tanto los buenos como los malos. Por eso procuro siempre  tener limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres. Después de  algunos años de andar por otras partes, volví a mi país para dar  limosnas y presentar ofrendas. Y estaba haciendo esto, después de  haberme purificado según el rito establecido, aunque sin mucha gente y  sin ningún alboroto, cuando unos judíos de la provincia de Asia me  encontraron en el templo. Esos son los que deben venir y presentarse  aquí para acusarme, si es que tienen algo contra mí. Y si no, que estos  que están aquí digan si me hallaron culpable de algún delito cuando  estuve ante la Junta Suprema de los judíos. A no ser que cuando estuve  entre ellos dije en voz alta: 'Hoy me están juzgando ustedes porque creo  en la resurrección de los muertos.'"
  
  
  Te Deum   Te Deum laudamus
  
  A ti, como Dios, te alabamos;
  a ti, Señor, te reconocemos;
  a ti, eterno Padre, te venera toda la tierra.
  Los ángeles todos, los cielos y todas
  las potestades te honran;
  los querubines y serafines te cantan sin cesar:
  Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.
  Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
  A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
  la multitud admirable de los profetas,
  la brillante muchedumbre de los mártires.
  A ti te glorifica la santa Iglesia por todo el orbe;
  A ti, Padre de majestad inmensa,
  a tu adorable, verdadero y único Hijo,
  también al Espíritu Santo, el Paráclito.
  Tú eres el Rey de la gloria, oh Cristo;
  tú eres el Hijo único del Padre;
  tú, al hacerte hombre para salvarnos,
  no desdeñaste el seno de la Virgen.
  Tú, quebrantando el aguijón de la muerte,
  abriste a los creyentes el reino del cielo.
  Tú estás sentado a la derecha del Padre.
  Creemos que un día has de venir como juez.
  Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
  a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
  Haz que en la gloria eterna
  nos contemos entre tus santos.
  
  Credo de los Apóstoles
  Creo en Dios Padre todopoderoso,
  creador del cielo y de la tierra.
  Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
  Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
  y nació de la Virgen María.
  Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
  Fue crucificado, muerto y sepultado.
  Descendió a los infiernos.
  Al tercer día resucitó de entre los muertos.
  Subió a los cielos,
  y está sentado a la diestra de Dios Padre.
  Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
  Creo en el Espíritu Santo,
  la santa Iglesia católica,
  la comunión de los santos,
  el perdón de los pecados,
  la resurrección de los muertos,
  y la vida eterna. Amén.
  
  Plegarias
  
  Padre nuestro que estás en el cielo,
  santificado sea tu Nombre,
  venga tu reino,
  hágase tu voluntad,
  en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día.
  Perdona nuestras ofensas,
  como también nosotros perdonamos
  a los que nos ofenden.
  No nos dejes caer en tentación
  y líbranos del mal.
  Porque tuyo es el reino,
  tuyo es el poder,
  y tuya es la gloria,
  ahora y por siempre. Amén.
  
  A
  Señor, muéstranos tu misericordia;
  Y concédenos tu salvación.
  Reviste a tus ministros de justicia;
  Que cante tu pueblo de júbilo.
  Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
  Porque sólo en ti vivimos seguros.
  Protege, Señor, a esta nación;
  Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
  Que se conozcan en la tierra tus caminos;
  Y entre los pueblos tu salvación.
  Señor, que no se olvide a los necesitados;
  Ni se arranque la esperanza a los pobres.
  Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
  Y susténtanos con tu Santo Espíritu.
  
  Oh Dios, tú nos alegras con el recuerdo semanal de la gloriosa  resurrección de tu Hijo nuestro Señor: Concédenos tal bendición en este  día, mediante nuestra adoración, que ocupemos todos los días de esta  semana en tu favor; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  
  Oh Dios, cuyo bendito Hijo vino al mundo para destruir las obras de  Satanás y hacernos hijos de Dios y herederos de la vida eterna: Concede  que, teniendo esta esperanza, nos purifiquemos así como él es puro; para  que, cuando vuelva con poder y gran gloria, seamos hechos a su  semejanza en su glorioso y eterno reino; donde contigo y el Espíritu  Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida  eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes  siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados  en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el  poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  
  Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel  madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo  salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo  nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y  amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
  Puede seguir intercesiones y acciones de gracias
  
  Oración de San Juan Crisóstomo
  Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento,  a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado  Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre,  tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y  peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el  conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.
  
  Bendigamos al Señor.
  Demos gracias a Dios.
  
  La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del  Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14
Oh Dios, dígnate librarnos.
  Señor, apresúrate a socorrernos.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el  principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.  ¡Aleluya!
  
  Salmo 119    Lucerna pedibus meis
  
  Lámpara es a mis pies tu palabra, *
  y lumbrera en mi camino.
  He jurado y estoy resuelto *
  a guardar tus rectos juicios.
  Afligido estoy en gran manera; *
  vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
  Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
  y enséñame tus juicios.
  Mi vida está siempre en peligro; *
  por tanto no olvido tu ley.
  Me tendieron lazo los malvados, *
  pero yo no me desvié de tus mandamientos.
  Son tus decretos mi herencia eterna, *
  en verdad, el gozo de mi corazón.
  Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
  eternamente y hasta el fin.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
  Demos gracias a Dios.
  
  Demos gracias a Dios.
  Señor, ten piedad.
  Cristo, ten piedad.
  Señor, ten piedad.
  
  Padre nuestro que estás en el cielo,
  santificado sea tu Nombre,
  venga tu reino,
  hágase tu voluntad,
  en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día.
  Perdona nuestras ofensas,
  como también nosotros perdonamos
  a los que nos ofenden.
  No nos dejes caer en tentación
  y líbranos del mal.
  
  Señor, escucha nuestra oración;
  Y llegue a ti nuestro clamor.
  
  Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, "La paz les dejo, mi paz  les doy": No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y  concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el  Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.
  
  Se puede ofrecer intercesiones libres.
  
  Bendigamos al Señor.
  Demos gracias a Dios.