Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1
  
  Invitatorio y Salterio
  
  Señor, abre nuestros labios.
  Y nuestra boca proclamará tu alabanza.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el  principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.  ¡Aleluya!
  
  La tierra es del Señor, pues él la hizo: vengan y adorémosle.
  
  Jubilate Salmo 100
  Regocíjense en el Señor, pueblos todos; *
  sirvan al Señor con alegría;
  vengan ante su presencia con cánticos.
  Sepan que el Señor es Dios; *
  él nos hizo y somos suyos,
  su pueblo y ovejas de su rebaño.
  Entren por sus puertas con acción de gracias,
  en sus atrios con alabanza; *
  denle gracias, y bendigan su Nombre;
  Porque el Señor es bueno;
  para siempre es su misericordia; *
  su fidelidad perdura de generación en generación.
  
  Salmo 63
  Oh Dios, tú eres mi Dios; ardientemente te busco; *
  mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
  como tierra seca y árida donde no hay agua.
  ¡Oh, que pudiera yo contemplarte en tu santuario! *
  ¡Que pudiera ver tu poder y tu gloria!
  Porque mejor es tu gracia que la vida; *
  te alabarán mis labios.
  Te bendeciré mientras viva; *
  en tu Nombre alzaré mis manos.
  Mi alma será saciada como de meollo y grosura, *
  y con labios de júbilo te alabará mi boca,
  Cuando me acuerde de ti en mi lecho, *
  cuando medite en ti en las vigilias de la noche;
  Porque tú has sido mi socorro; *
  y a la sombra de tus alas me regocijaré.
  Mi alma está apegada a ti; *
  tu diestra me sostiene.
  Que cuantos buscan mi vida para destruirla *
  bajen a lo profundo de la tierra.
  Caigan a filo de espada; *
  sean pasto para los chacales.
  Pero el rey se alegrará en Dios;
  todos los que juran por él se regocijarán, *
  porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.
  
  Salmo 98 
  Canten al Señor cántico nuevo, *
  porque ha hecho maravillas.
  Con su diestra, y con su santo brazo, *
  ha alcanzado la victoria.
  El Señor ha dado a conocer su victoria; *
  a la vista de las naciones ha descubierto su justicia.
  Se acuerda de su misericordia y su fidelidad
  para con la casa de Israel; *
  los confines de la tierra
  han visto la victoria de nuestro Dios.
  Aclamen con júbilo al Señor, pueblos todos; *
  levanten la voz, gócense y canten.
  Canten al Señor con el arpa, *
  con el arpa y la voz de cántico.
  Con trompetas y al son de clarines, *
  aclamen con júbilo ante el Rey, el Señor.
  Ruja el mar y cuanto contiene, *
  el mundo y los que en él habitan.
  Den palmadas los ríos, aclamen los montes al Señor, *
  cuando llegue para juzgar la tierra.
  Juzgará al mundo con justicia, *
  y a los pueblos con equidad.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Las Lecciones
  
  1 Reyes 12:21-33
  Cuando Roboam llegó a Jerusalén, juntó ciento ochenta mil soldados  escogidos de todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, para  luchar contra Israel y recuperar su reino. Pero Dios habló a Semaías,  hombre de Dios, y le ordenó: "Di a Roboam, hijo de Salomón y rey de  Judá, a todas las familias de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo,  que les ordeno que no luchen contra sus hermanos israelitas. Que se  vuelvan todos a sus casas, porque así lo he dispuesto." Al oir ellos lo  que el Señor les decía, regresaron, como les ordenaba el Señor. Jeroboam  reconstruyó la ciudad de Siquem, que está en los montes de Efraín, y se  estableció en ella. Luego reconstruyó también Penuel. Pero pensó: "La  dinastía de David puede recuperar el reino, si esta gente va a Jerusalén  para ofrecer sacrificios en el templo del Señor. Volverán a sentir  afecto por Roboam, rey de Judá, y entonces me matarán y se volverán a  Roboam, rey de Judá." Después de haber consultado el asunto, hizo el rey  dos becerros de oro, y dijo al pueblo: "Ustedes, israelitas, ya han ido  bastante a Jerusalén. Aquí tienen a sus dioses, que los sacaron de  Egipto." Entonces puso uno en Betel y el otro en Dan. Y esto fue causa  de que Israel pecara, pues la gente iba a Betel y a Dan para adorarlos.  Construyó también santuarios en lugares altos y nombró sacerdotes a  gente del pueblo, que no eran levitas. Además estableció una fiesta  religiosa el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba  en Judá, y él mismo ofreció sacrificios sobre el altar. Esto lo hizo en  Betel, ofreciendo sacrificios a los becerros que había fabricado y  nombrando sacerdotes para los santuarios paganos que había construido.  Así pues, el día quince del mes octavo, Jeroboam ofreció sacrificios  sobre el altar que había construido en Betel. Este era el mes de la  fiesta que él inventó a su antojo, declarándola fiesta religiosa para  los israelitas, el mismo mes en que subió al altar a quemar incienso.
  
  Cántico de Zacarías    Benedictus Dominus Deus
  San Lucas 1:68-79
  
  Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
  porque ha visitado y redimido a su pueblo,
  Suscitándonos un poderoso Salvador *
  en la casa de David su siervo,
  Según lo había predicho desde antiguo *
  por boca de sus santos profetas.
  Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,
  y de la mano de todos los que nos odian,
  Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
  recordando su santa alianza
  y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;
  Para concedernos que, libres de temor,
  arrancados de la mano de los enemigos, *
  le sirvamos con santidad y justicia
  en su presencia, todos nuestros días.
  Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *
  porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *
  Anunciando a su pueblo la salvación, *
  el perdón de sus pecados.
  Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
  nos visitará el sol que nace de lo alto,
  Para iluminar a los que viven en tinieblas y
  en sombra de muerte, *
  para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  Hechos 4:18-31
  Así que los llamaron y les ordenaron que no hablaran ni enseñaran nada  acerca del nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les contestaron:
  --Juzguen ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a  ustedes en lugar de obedecerlo a él. Nosotros no podemos dejar de decir  lo que hemos visto y oído. Las autoridades los amenazaron, pero los  dejaron libres. No encontraron cómo castigarlos, porque toda la gente  alababa a Dios por lo que había pasado. El hombre que fue sanado de esta  manera milagrosa, tenía más de cuarenta años. Pedro y Juan, ya puestos  en libertad, fueron a reunirse con sus compañeros y les contaron todo lo  que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.  Después de haberlos oído, todos juntos oraron a Dios, diciendo: "Señor,  tú que hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,  dijiste por medio del Espíritu Santo y por boca de nuestro patriarca  David, tu siervo:  '¿Por qué se alborotan los pueblos? ¿Por qué hacen  planes sin sentido? Los reyes y gobernantes de la tierra se rebelan, y  juntos conspiran contra el Señor y contra su escogido, el Mesías.' Es un  hecho que Herodes y Poncio Pilato se juntaron aquí, en esta ciudad, con  los extranjeros y los israelitas, contra tu santo siervo Jesús, a quien  escogiste como Mesías. De esta manera, ellos hicieron todo lo que tú en  tus planes ya habías dispuesto que tenía que suceder. Ahora, Señor,  fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos que anuncien tu mensaje  sin miedo. Muestra tu poder sanando a los enfermos y haciendo señales y  milagros en el nombre de tu santo siervo Jesús." Cuando acabaron de  orar, el lugar donde estaban reunidos tembló; y todos fueron llenos del  Espíritu Santo, y anunciaban abiertamente el mensaje de Dios.
  
  Te Deum   Te Deum laudamus
  
  A ti, como Dios, te alabamos;
  a ti, Señor, te reconocemos;
  a ti, eterno Padre, te venera toda la tierra.
  Los ángeles todos, los cielos y todas
  las potestades te honran;
  los querubines y serafines te cantan sin cesar:
  Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.
  Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
  A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
  la multitud admirable de los profetas,
  la brillante muchedumbre de los mártires.
  A ti te glorifica la santa Iglesia por todo el orbe;
  A ti, Padre de majestad inmensa,
  a tu adorable, verdadero y único Hijo,
  también al Espíritu Santo, el Paráclito.
  Tú eres el Rey de la gloria, oh Cristo;
  tú eres el Hijo único del Padre;
  tú, al hacerte hombre para salvarnos,
  no desdeñaste el seno de la Virgen.
  Tú, quebrantando el aguijón de la muerte,
  abriste a los creyentes el reino del cielo.
  Tú estás sentado a la derecha del Padre.
  Creemos que un día has de venir como juez.
  Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
  a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
  Haz que en la gloria eterna
  nos contemos entre tus santos.
  
  Credo de los Apóstoles
  Creo en Dios Padre todopoderoso,
  creador del cielo y de la tierra.
  Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
  Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
  y nació de la Virgen María.
  Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
  Fue crucificado, muerto y sepultado.
  Descendió a los infiernos.
  Al tercer día resucitó de entre los muertos.
  Subió a los cielos,
  y está sentado a la diestra de Dios Padre.
  Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
  Creo en el Espíritu Santo,
  la santa Iglesia católica,
  la comunión de los santos,
  el perdón de los pecados,
  la resurrección de los muertos,
  y la vida eterna. Amén.
  
  Plegarias
  
  Padre nuestro que estás en el cielo,
  santificado sea tu Nombre,
  venga tu reino,
  hágase tu voluntad,
  en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día.
  Perdona nuestras ofensas,
  como también nosotros perdonamos
  a los que nos ofenden.
  No nos dejes caer en tentación
  y líbranos del mal.
  Porque tuyo es el reino,
  tuyo es el poder,
  y tuya es la gloria,
  ahora y por siempre. Amén.
  
  A
  Señor, muéstranos tu misericordia;
  Y concédenos tu salvación.
  Reviste a tus ministros de justicia;
  Que cante tu pueblo de júbilo.
  Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
  Porque sólo en ti vivimos seguros.
  Protege, Señor, a esta nación;
  Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
  Que se conozcan en la tierra tus caminos;
  Y entre los pueblos tu salvación.
  Señor, que no se olvide a los necesitados;
  Ni se arranque la esperanza a los pobres.
  Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
  Y susténtanos con tu Santo Espíritu.
  
  Oh Dios, tú nos alegras con el recuerdo semanal de la gloriosa  resurrección de tu Hijo nuestro Señor: Concédenos tal bendición en este  día, mediante nuestra adoración, que ocupemos todos los días de esta  semana en tu favor; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  
  Concede, oh Señor, que confiemos en ti de todo corazón; porque, así como  tú siempre resistes a los soberbios que confían en su propia fortaleza,  de la misma manera jamás abandonas a aquéllos que se glorían en tu  misericordia; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y  el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
  
  Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida  eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes  siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados  en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el  poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  
  Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel  madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo  salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo  nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y  amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
  Puede seguir intercesiones y acciones de gracias
  
  Oración de San Juan Crisóstomo
  Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento,  a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado  Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre,  tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y  peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el  conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.
  
  Bendigamos al Señor.
  Demos gracias a Dios.
  
  La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del  Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14
  
  
  Oficio para el Mediodía
  
  Oh Dios, dígnate librarnos.
  Señor, apresúrate a socorrernos.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el  principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.  ¡Aleluya!
  
  Salmo 119    Lucerna pedibus meis
  
  Lámpara es a mis pies tu palabra, *
  y lumbrera en mi camino.
  He jurado y estoy resuelto *
  a guardar tus rectos juicios.
  Afligido estoy en gran manera; *
  vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
  Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
  y enséñame tus juicios.
  Mi vida está siempre en peligro; *
  por tanto no olvido tu ley.
  Me tendieron lazo los malvados, *
  pero yo no me desvié de tus mandamientos.
  Son tus decretos mi herencia eterna, *
  en verdad, el gozo de mi corazón.
  Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
  eternamente y hasta el fin.
  
  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
  como era en el principio, ahora y siempre,
  por los siglos de los siglos. Amén.
  
  El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
  Demos gracias a Dios.
  
  Demos gracias a Dios.
  Señor, ten piedad.
  Cristo, ten piedad.
  Señor, ten piedad.
  
  Padre nuestro que estás en el cielo,
  santificado sea tu Nombre,
  venga tu reino,
  hágase tu voluntad,
  en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día.
  Perdona nuestras ofensas,
  como también nosotros perdonamos
  a los que nos ofenden.
  No nos dejes caer en tentación
  y líbranos del mal.
  
  Señor, escucha nuestra oración;
  Y llegue a ti nuestro clamor.
  
  Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, "La paz les dejo, mi paz  les doy": No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y  concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el  Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.
  
  Se puede ofrecer intercesiones libres.
  
  Bendigamos al Señor.
  Demos gracias a Dios.