Juan 5:2-18

2 En Jerusalén, cerca de la puerta llamada de las Ovejas, hay un estanque que en hebreo se llama Betzatá. Tiene cinco pórticos,

3 en los cuales se encontraban muchos enfermos, ciegos, cojos y tullidos echados en el suelo.

5 Había entre ellos un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho a–os.

6 Cuando Jesús lo vio allí acostado y se enteró del mucho tiempo que llevaba así, le preguntó: ¿Quieres recobrar la salud?

7 El enfermo le contestó: Se–or, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se remueve el agua. Cada vez que quiero meterme, otro lo hace primero.

8 Jesús le dijo: Levántate, alza tu camilla y anda.

9 En aquel momento el hombre recobró la salud, alzó su camilla y comenzó a andar. Pero como era sábado,

10 los judíos dijeron al que había sido sanado: Hoy es sábado; no te está permitido llevar tu camilla.

11 Aquel hombre les contestó: El que me devolvió la salud, me dijo: 'Alza tu camilla y anda.'

12 Ellos le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: 'Alza tu camilla y anda'?

13 Pero el hombre no sabía quién lo había sanado, porque Jesús había desaparecido entre la mucha gente que había allí.

14 Después Jesús lo encontró en el templo, y le dijo: Mira, ahora que ya estás sano, no vuelvas a pecar, para que no te pase algo peor.

15 El hombre se fue y comunicó a los judíos que Jesús era quien le había devuelto la salud.

16 Por eso los judíos perseguían a Jesús, pues hacía estas cosas en sábado.

17 Pero Jesús les dijo: Mi Padre siempre ha trabajado, y yo también trabajo.

18 Por esto, los judíos tenían aún más deseos de matarlo, porque no solamente no observaba el mandato sobre el sábado, sino que además se hacía igual a Dios al decir que Dios era su propio Padre.