Jueces 11:1-11,29-40

1 Jefté era un valiente guerrero de la región de Galaad. Era hijo de una prostituta y de un hombre llamado Galaad,

2 y como la esposa de Galaad le había dado otros hijos, cuando ellos crecieron echaron de la casa a Jefté y le dijeron que no heredaría nada de su padre, por ser hijo de otra mujer.

3 Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir a la región de Tob, donde reunió una banda de desalmados que junto con él salían a hacer correrías.

4 Pasado algún tiempo los amonitas atacaron a Israel,

5 y los jefes de Galaad mandaron traer a Jefté de la región de Tob,

6 y le dijeron: Ven, queremos que seas nuestro jefe en la guerra contra los amonitas.

7 Jefté les contestó: ¿Pues no me odiaban ustedes, y hasta me obligaron a irme de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en aprietos?

8 Precisamente porque estamos en aprietos venimos a buscarte dijeron ellos. Queremos que vengas con nosotros y pelees contra los amonitas, y que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad.

9 Pues si ustedes quieren que yo regrese para pelear contra los amonitas, y si el Señor me da la victoria, seré el jefe de ustedes respondió Jefté.

10 Y los jefes le aseguraron: El Señor es testigo nuestro de que haremos todo lo que has dicho.

11 Entonces Jefté fue con ellos, y el pueblo lo nombró su jefe y caudillo. En Mispá, Jefté repitió ante el Señor lo que antes había dicho.

29 Entonces el espíritu del Señor vino sobre Jefté, y este recorrió Galaad y Manasés, pasando por Mispá de Galaad, para invadir el territorio de los amonitas.

30 Y Jefté le hizo esta promesa al Señor: "Si me das la victoria sobre los amonitas,

31 yo te ofreceré en holocausto a quien primero salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese de la batalla."

32 Jefté invadió el territorio de los amonitas, y los atacó, y el Señor le dio la victoria.

33 Mató Jefté a muchos enemigos, y conquistó veinte ciudades entre Aroer, Minit y Abelqueramim. De este modo los israelitas dominaron a los amonitas.

34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, la única hija que tenía salió a recibirlo bailando y tocando panderetas. Aparte de ella, no tenía otros hijos,

35 así que, al verla, se rasgó la ropa en señal de desesperación y le dijo: ¡Ay, hija mía, qué gran dolor me causas! ¡Y eres tú misma la causa de mi desgracia, pues le he hecho una promesa al Señor, y ahora tengo que cumplírsela!

36 Y ella le respondió: Padre mío, haz conmigo lo que le prometiste al Señor, ya que él ha cumplido su parte al darte la victoria sobre tus enemigos los amonitas.

37 Te ruego, sin embargo, que me concedas dos meses para andar por los montes, con mis amigas, llorando por tener que morir sin haberme casado.

38 Jefté le concedió los dos meses, y en ese tiempo ella anduvo por los montes, con sus amigas, llorando porque iba a morir sin haberse casado.

39 Después de ese tiempo volvió a donde estaba su padre, y él cumplió la promesa que le había hecho al Señor. La hija de Jefté murió sin haber tenido relaciones sexuales con ningún hombre.

40 Por eso es costumbre entre los israelitas que todos los años las jóvenes vayan a llorar a la hija de Jefté durante cuatro días.